Siembra de espirales de Navale Quiroz

Siembra de espirales, tercer libro de la poeta Navale Quiroz Cano (Apurímac, 1980), es el quinto título de nuestra coleccción de poesía «Las Musas Inquietantes». El libro ha sido coeditado con la Biblioteca Abraham Valdelomar de Ica. La acuarela de la cubierta es obra de la artista Sandra Estela.

Navale Quiroz Cano (Apurímac, 1980). Comunicadora Social, egresada de la Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica. Magíster en Docencia Universitaria por la Universidad Alas Peruanas donde es catedrática. También tiene estudios de maestría en Comunicación Social y de Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Vive en Ica desde los cinco años. Entre sus publicaciones están Algo de cierto. Antología de poesía iqueña (Lustra, 2007), Nohombre, (Colección Piedra/Sangre, Lustra, 2008) y Ondinas. El espíritu del agua (Ushuaia Ediciones, España, 2011). Además sus textos han sido publicados en revistas nacionales e internacionales. Ha participado en numerosos festivales de poesía. 

Siembra de espirales de Navale Quiroz Cano

Algunos poemas del libro:




Algunos comentarios sobre el libro:

Siembra de Espirales o la Cosmología del Desierto

Por Luis Alonso Cruz

Quiero empezar esta lectura con una nota científica que leí sobre Ica y Ocucaje. Es una nota del año 2005 en la cual el paleontólogo norteamericano Alton C. Dooley, afirmaba que se encontraba admirado con los yacimientos de animales prehistóricos que descubrió en la zona, pues en su mayoría habían sido seres prehistóricos marinos.

Este dato tomará un peso sustancial, cuando ustedes, queridos lectores tomen el libro de Navale en sus manos y se sumerjan en su lectura, porque ella ha construido un libro que nos mete en lo profundo y continuo que es la historia de la vida.
Para mí, este libro me deja par de preguntas con respecto a la vida ¿Puede existir un universo vivo en medio del desierto? ¿Puede a su vez, ser el desierto un cuerpo y una piel extendida en sus seres vivos? Lo que intenté fue encontrar una respuesta total, pero hallé varias respuestas.

Parte I: Siembra de espirales

R1: “Estrenas mi corazón y lo que contiene”. Navale abre mis respuestas con un génesis, pero que a diferencia del “hágase la luz” bíblico nos dice hágase los primeros sentires, que en cierta forma, es un riesgo que solo un alma antigua se puede dar el lujo de hacer.

R2: “Oigamos juntos nuestro infinito”. Al introducir a una persona en este génesis, la convierte en una llegada mesiánica en el cuerpo-desierto de la poeta, una llegada que espera sea infinita a pesar que los elementos que la rodean no sean así.
De esta manera, vamos viendo que el comienzo de todo, para Navale, empieza en el desierto, un desierto que antes fue mar (paradojas de la Tierra) y que ello no hace más que maravillar a los ojos de la poeta.

R3: “Entre la piel del universo y tu piel no hay espacio”. Y no hay espacio porque para la creación debe existir amor, y en el desierto el amor toma la forma de las dunas y sus sombras en la noche, así como más adelante nos dice “el hecho de que la luz/viaje a velocidad finita/queda impreso en nuestros ojos/ dolientes aún de eternidad”

Parte II: Los cursos del agua

Y esta es la parte del libro que nos recuerda que, tal como dice la ciencia, Ica y el desierto fue un mar y que la historia de este elemento o mejor dicho “Los cursos del agua” están presentes en el cuerpo de la poeta.

R4: “mientras alguien pega su oído a la caracola/ para tener la memoria jurásica/ de los peces que habitaron un día los desiertos/ entonces salvajes/ saciados de aguas imposibles”. El tiempo es líquido, el tiempo es otro elemento que fluye con la vida y que también nos ayudará a responder las preguntas que hemos planteado.
El tiempo-líquido, hace que la poeta tenga la memoria de todo lo vivido en su cuerpo y ese deseo imbatible de regresar a ese universo-océano-desierto, como lo manifiesta en este verso: “mi extremidad de árbol espera la tierra que un día me tuvo”.
Y es así como esa consciencia de unidad se instala en toda la poeta y desde aquí sabe que nunca más podrá vivir fuera de ella por mucho que este mundo dialéctico le haya hecho pensar que es así como debe vivir: “me he hecho de barro y sol”

R5: “Dios también calla, frente a los astros y sus posibilidades”. Este verso, además de hermoso, hay que tomarlo con toda la riqueza de significados que nos da. Aquí les arrojo uno; siendo la poeta parte de la divinidad, siendo líquido que fluye por todos los elementos de la creación, ha logrado incluso el poder de increpar su sitio ante Dios. Ella es un cuerpo que la poesía ha vuelto universal.

Parte III: Habitación terrestre.

“Así como es arriba, es abajo”. Esta máxima alquimista se puede aplicar para esta parte del poemario. Hemos visto como los versos de Navale se han elevado hasta llegar a plantearle dudas al mismo Dios, pero a partir de este momento, esas dudas se las va a plantear a su mundo próximo, su línea familiar.

R6: “Mi padre insiste que sólo abrace a las puertas que se expanden/ y ya deje a los muros/ como una lápida en su tumba”. Con este verso, la poeta nos recuerda que la cosmogonía más terrible y audaz se da en la familia.

R7: “Desde aquí te observo/ lamento tu abandono/ siento no estar/ sostenerte de una mano/ abrazarnos e irnos juntos al campo”. Los recuerdos tienen un tono angustiante, increpan siempre la falta que hacen las personas, tal cual como se le increpa a la divinidad cuando hace falta.

La memoria duele en Habitación terrestre y tal que me hace recordar una frase del libro El barco de los grandes pesares de Dan Fesperman “Paz, fraternidad y dolor, para un mañana mejor”.

Parte IV: Siembra de espirales

La última parte de este poemario es una continuidad del anterior, pero solo que hay un trueque, ya no más memoria que duele, ahora la poeta tiene en sus manos la redención, es consciente de la fuerza de su lápiz y de la escritura que saldrá de él: “cada línea es un surco agrícola arado, sobre hojas inmortales”.

R8: “Cómo explicarte que las estrellas te habitan, tu luna de cuarto menguante te sonríe en una conjunción de astros”. Lo divino está en nosotros nos dice la poeta, el cielo y sus astros están en las cosas que hacemos día a día, la belleza está ahí escondida.

Y el mundo, finalmente no es otra cosa que la conjunción de sus elementos, por eso en “Tetrapoiesis”, los cuatro elementos funcionan como un mecanismo diario, infinito y en nuestro cuerpo, que nos va comunicando con ese universo que parece lejano, pero para que el que lo oye, sabe que está al alcance de la mano:

“La palabra asciende de alguna parte
Transparente y resbaladiza
Flota en las riveras
Un pescador la ve y la ignora
Un niño la encuentra y juega
Solo el poeta la recoge
Y se la lleva al hombro
Como una gran pesca.”
(Agua)

Parte V. Colofón

¿Cuál es la respuesta a mis preguntas iniciales?
Creo que la propuesta de la poesía de Navale es la consciencia que, para regresar al universo, desde nuestras pequeñas humanidades, tenemos que ser ceniza, nuestra piel, nuestras palabras y hasta nuestra poesía se tiene que incendiar por la Poesía.

Que luego de esa combustión, debemos regresar al desierto, para que, dentro de millones de años, seamos de nuevo el océano con sus nuevos habitantes y que al final dentro de unos 5000 millones de años aproximadamente, cuando la Tierra sea devorada por el Sol, en su fase de Gigante Roja, seamos vapor y polvo que regresa a donde todo empezó, como el primer verso de este poemario:

“Yo era una nebulosa, desvanecida, lejana”

 

 

La escritura es Siembra de espirales de Navale Quiroz

 Por: Paulo Caffo

La poesía siempre es un acontecimiento pues trae a la memoria lo que creíamos haber olvidado y amplía el horizonte vital de uno mismo. Navale es una poeta que tiene un paisaje poético en construcción. Con su tercera publicación Siembra de espirales (Alastor Editores, 2019) se va instalando entre nosotros sus lectores y da un peldaño más en la poesía con un lenguaje que mantiene una pulsión lírica, dialoga con su memoria y va aquilatando su reino. Sus poemas nacen de una intimidad personal para ir hacia otra intimidad más universal: su casa, su desierto, su familia, su ciudad, sus amores. La escritura es siembra, sentencia la poeta, clave fundacional que engendra a lo largo de sus poemas, lo que anuncia, lo que nombra.

Aquí nos habla de una revelación, de una actitud y quietud frente al uni-verso.

«Las estrellas encendidas han caído por siglos

así como nosotros fuimos luceros brillantes lanzados por

los dioses

errantes soles    ahora somos polvo».

Si en Ondinas buceó en el reino del agua; con Siembra de espirales, vuelve a su origen y establece una relación con sus ancestros, con una voz confesional y transparente, vuelve al agua como un espejo del tiempo donde: «Observo el agua como un espejo / donde se mira lo que ya no se tiene…».

Hay una búsqueda y una certeza que afiera su deseo de permanencia en cada verso, en cada poema; aunque no escapa de algunos lugares comunes no desentona, se sitúa fuera de todo ruido artificioso y suma silencios para ir anunciando todo lo que habita alrededor de la poeta: «Mi casa es una duna / donde los pájaros han comenzado a hacer su nido / entre el cielo y el mar / huele a tierra mojada».

La biografía de un poeta son sus poemas, expresó Octavio Paz. Y Navale da cuenta en sus poemas a sus seres queridos, su habitación terrestre, que son el origen que alimenta su memoria espiral y son parte de su biografía. No hay poeta que no escriba maleado por su historia, herido o sanado por su nostalgia, por el desengaño de una pérdida temprana y el presagio de su propio nacimiento, el nacimiento de la poeta, y todo eso también nombra estos poemas.

Cuánta razón tenía Maurice Blanchot cuando anunció que la escritura no es dejar huella sino borrarlas. Y Navale con su poesía, con su visión del mundo entona que es esencial todo lo que le rodea, todo lo que desea retener es ir dejando rastro de su ahora, un lugar de comunidad en Siembra de espirales, aunque quizá eso no baste.

Y para terminar, quiero ir con un gesto fundacional de la poesía que defendió Raoul Vaneigem: «Nada es sagrado, todo se puede decir». En la poesía no hay nada estrictamente inamovible, nada tiene su verdad absoluta y su frontera, todo se puede decir, todo se puede explorar, todo se puede construir de nuevo, cuando uno nombra algo inevitablemente lo está construyendo de nuevo, quizá la poeta es consciente de estas palabras porque nombra lo que otros nombraron desde su propio territorio poético.

Escuché hace tiempo, de mi querido poeta Antonio Lucas, que la poesía es lo real de lo real, es un voy contigo. Vayamos con Navale y que su poesía siembre y devuelva a cada lector su propia memoria, un dialogo en espiral donde arda el poema.

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