Por: Nilton Santiago
Vaya si hemos esperado en este río sin orillas, nosotros, sus lectores, a que Laura Rosales aparezca como ese pez de luz que brinca desde el cuadro de Chagall para susurrarnos al oído que la ternura, la delicadeza o la bondad son la salida de emergencia para salvar este mundo que se desmorona. Sí, he dicho delicadeza y bondad, palabras que para muchos suenan a suajili porque se considera, o se cree, que esa manera de estar en el mundo puede significar una suerte de flaqueza o de abandono. Sin embargo, si uno recorre —con atención— estos poemas, verá una mirada que interpela, que cuestiona, que fractura con firmeza esta realidad para hacernos ver que hay otras maneras de ser y de transcurrir, desde luego mucho más reales porque desmitifican este tiempo absurdo, esta vida que deambula hacia un punto sin retorno, llena de fanáticos y de extremismos. Quizá por ello, en este libro, Laura nos diga: “Nací con ojos grandes para escribir de lo invisible” porque, ciertamente, lo invisible es lo que nos da sentido, porque es lo que nos esconde las rutinas y los supermercados de la costumbre para convertirnos en sujetos de consumo. En autómatas. Bajo todo ese ruido que no deja ver, se oye la voz silenciosa de la poesía de Laura que se rebela y nos revela otras formas de estar.
Se diría que Laura ha esperado todo este tiempo, pacientemente, que sea ella, la poesía misma, la que germine, la que brote en ella, pero no sería cierto. El hecho de que no haya publicado en estos años no nos quiere decir nada: porque los poetas como Laura no hacen una “pausa”, así como los ángeles nunca se van de vacaciones: el poeta, la poeta que mira, que ve, vive en poesía. Su ser es en sí mismo un halo poético que fulgura. Luego, publicar o no, son cosas más bien terrenales, algo que, por otro lado, agradecemos los que seguimos su trayectoria.
En estos 21 textos también podemos leer, atestiguar, al poema “como semilla” que habla desde un “no ser”. La misma Laura nos lo aclara cuando nos dice “El poema existía antes de ser escrito”. Aquí la semilla es el punto de partida, pero también el de llegada. El poema antes de ser palabra es entidad. Sangre que palpita en la acuarela cósmica. Entonces, pienso que, para la poeta, para este libro oracular, el “tránsito” es el destino. Por eso hay que mirar bien por donde vamos, no sólo para no caer, si no sobre todo para ver, quizá porque, como la poeta escribe, “Este mundo es la cáscara de un mundo más hondo”.
Su escritura, por otro lado, también es plástica, como un verbo que pinta, una sílaba que disuelve los colores en hiatos para resignificarlos y dotarlos de nuevas tonalidades que digan y dialoguen con la realidad, quizá de manera más certera, más coherente y aprehensiva. También encontramos ciertas músicas del cuerpo, ciertas pulsaciones, piel como lienzo y como materia musical. El encuentro con el otro en el tacto y en la grieta, porque, queridos amigos, el amor se lee en Braille.
“Nadie puede entrar dos veces en el mismo río”, dice Heráclito sin haber conocido a Laura que, a su vez, nos dice que el río no es un río, sino el tiempo que transitamos. No podemos, ciertamente, estar dos veces en el “ahora”. Felizmente, la poesía de Laura llega con el poema salvavidas para traernos de vuelta al aquí, a la vida, para entregarnos sin atisbos, a ella, con humildad, con derrota que dignifica, con ternura animal que humaniza y trasciende.
Nosotros, tus lectores, querida Laura, no podemos más que agradecer esa mirada, esa palabra esotérica, esa ternura disidente y carnal de tu poesía que calla para decir en sus intersticios. Sin duda, tus poemas sin orillas nos rescatarán, aunque sea por un breve momento, de ese infinito naufragio en el que vivimos, como si tu palabra, como si tus poemas, fueran unas manos que entran al agua de la rutina para sacarnos —como tú, ya convertidos— en peces alados, para luego hacernos volar entre las nubes, esos mares en tránsito, y desde ahí tomar consciencia de que no somos más que una gota de lluvia en la oscuridad.
Sea pues, tu mirada, tu poesía, una brújula de luz que guía a tus lectores.
Barcelona, 29 de setiembre de 2022.
